Los equipos médicos han evolucionado a lo largo de los años. De ser una serie de mecanismos y botones relativamente simples, ahora se han vuelto pantallas, menus, gestiones y un sin fin de funciones diferentes que puede uno asignar/programar. Dado el auge en la tecnología médica, la cual no ha parado desde hace ya una buena porción del Siglo XI, es inevitable que existan diferentes proveedores internacionales a elegir.
Hoy en día existe una explosión de diferentes marcas, modelos y opciones que podemos elegir para nuestra profesión. Combinando el enorme océano que es el internet, con diversos sitios de ventas, uno puede encontrar una oleada de canales de distribución para virtualmente cualquier necesidad médica. Sin embargo, aunque todas las marcas promulgan que su equipo es ‘el mejor’, hay marcas que ofrecen equipos a precios muy inferiores a la competencia.
Las marcas provenientes de Asia han invadido el territorio fértil de los fabricantes americanos y europeos. Y con justa razón, ya que ofrecen equipos a la mitad o aún más baratos que el resto sus contrapartes de otros continentes. No es casualidad que mucha de la tecnología médica que se ofrece en los medios más populares de distribución sean de origen asiático.
Lamentablemente, el precio es el único punto a favor que tienen la enorme mayoría de las marcas asiáticas. El bajo costo atrae a muchos a invertir en estos equipos ya que lo consideran una ‘ganga’ en comparación a otras marcas a las que están acostumbrados. Esperan que el equipo haga la misma función sin tomar en cuenta las implicaciones que quizá no emergen inmediatamente durante el momento de decisión en la compra.
Una de las desventajas más grandes de los equipos de origen asiático es el tema de calidad. Existen excelentes marcas asiáticas que mantienen un riguroso sistema de calidad para asegurar que los productos cumplan y excedan las expectativas de sus clientes. Tristemente, no forman ni el 10% del mercado al que los consumidores de la salud están expuestos.
Adicionalmente, es increíblemente común que sean imposibles de reparar. Esto no es tanto por la complejidad del producto, sino que no fabrican suficientes refacciones para la manera en la que escupen modelo tras modelo de productos, terminando con 2-5 versiones diferentes del mismo modelo. Esto significa que termina uno con un equipo cuyas refacciones ya no existen desde el momento en que se compra.
Incluso en algunos casos hemos visto marcas desaparecer de la faz de la Tierra, dejando usuarios varados con un equipo cuyas refacciones o consumibles ya no existen y no existirán. Esto es el resultado de distribuidores irresponsables que traen equipo de dudosa procedencia y lo promocionan como un equipo confiable, comparable a marcas que se encuentran certificadas y avaladas por organismos independientes como la FDA y COFEPRIS.
Como dicen: “Nadie te da pesos por tostones.” Es decir, en algún lado están recortando, maniobrando o limitando el producto para poder dar ese precio. Un mal diagnóstico o un mal tratamiento por un equipo puede perjudicar e incluso lastimar a tu paciente.
Cuando vayas a adquirir equipo médico, averigua el país de origen de la marca/producto; así evitarás sorpresas desagradables para tu economía y para tus pacientes.
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